El 27 de mayo de 2025 se ha completado en España el apagado definitivo de las centrales de cobre, una infraestructura que durante más de un siglo ha sido clave para la telefonía fija y el acceso a internet. Las últimas 661 centrales distribuidas por todo el país han sido desconectadas en la primera mitad de 2025, culminando un proceso de transición tecnológica hacia la fibra óptica, iniciada hace más de una década. Este cambio ha implicado la sustitución progresiva de más de 8.500 centrales de cobre por una red de fibra óptica más rápida, estable, eficiente y con menor necesidad de mantenimiento. Aunque los primeros cierres se produjeron en 2014, fue a partir de entonces cuando el proceso se intensificó hasta que ha alcanzado su conclusión.
El abandono del cobre responde a razones tanto técnicas como económicas: el mantenimiento de una red envejecida, cada vez menos utilizada, resultaba costoso y poco práctico frente a las ventajas de la fibra. Esta evolución tecnológica no ha sido exclusiva de España, aunque sí se ha producido aquí de forma más temprana que en otros países europeos. La transición se ha desarrollado de forma progresiva, permitiendo a los operadores que compartían infraestructura en la red de cobre de Telefónica adaptarse a los cambios; garantizando que los usuarios pudieran seguir accediendo a servicios de comunicaciones mediante tecnologías alternativas como la fibra óptica, redes inalámbricas fijas o, en zonas aisladas, mediante satélite.