En realidad no dejaría la cámara o el teléfono completamente inservibles, sino que desactivaría automáticamente las características prohibidas y dejaría el resto accesibles. Los servidores de una biblioteca se conectarían a todos los gadgets presentes en sus salas, para proporcionarles las reglas de uso. Podría bloquear las llamadas entrantes o la posibilidad de tomar fotografías, pero mantendría intacta la navegación por internet o los mensajes.
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