El caso se convirtió en noticia en 2002, al tratarse de la primera vez que EEUU solicitaba la extradición de un ciudadano extranjero por ataques informáticos. Ha admitido haber entrado en los ordenadores, pero afirma no haber causado ningún daño. Decidió utilizar sus habilidades para llevar a cabo una "investigación" sobre un asunto del que está firmemente convencido: que el Gobierno estadounidense está ocultando información sobre los ovnis.
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