Una mujer de Pekín que se divorció recientemente de su marido, con el que compartía una gran afición por los juegos online, pidió que el dinero virtual y otros objetos obtenidos en la Red fueran divididos entre los dos tras la separación.
El Tribunal desestimó la petición, al señalar que este tipo de bienes virtuales sólo pueden regularse por la ley si tienen ‘relación con el mundo real’.
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